Tradiciones del Colegio
Proceción:
Tradición
que se viene dando año tras año sin excepción, desde 1906, con el fin de
mostrar la gratitud de todos los gabrielinos hacia nuestra Madre Dolorosa,
desde aquella noche de semana santa en la cual los alumnos Jaime Chávez, Carlos
Herman y Donoso vieron que la Virgen Dolorosa abría y cerraba los ojos,
prodigio para los gabrielinos pues fue en el colegio donde se manifestó, un
gesto de amor puro hacia nosotros que quedara impregnado y como mayor símbolo
de todo joven gabrielino.
Rescatar
los valores que rigen el camino de un gabrielino de corazón a lo largo de la
vida y ver como estos valores ayudan e identifican a una persona que a pasado
por el San Gabriel, ya que el gabrielino no solo se destaca por lo académico,
si no por lo espiritual y sentimental.
Dar
a ver la importancia que los gabrielinos le damos a la Madre Dolorosa, y como
ella nos ayuda (como madre que es )a lo largo de nuestras vidas en los
problemas y alegrías que tenemos a lo largo de esta.
Desarrollo de la procesión
Este
gesto fue dudado por Monseñor Ulpiano López Quiñonezlos, vicario capitular, por
lo que mando a analizarlo por los peritos, José María Troya, profesor de Física
de la Universidad Central, Carlos Caldas, profesor de Química del mismo centro,
José Lasso, fotógrafo y Antonio Salguero, pintor, quienes concluyeron que el
hecho no pudo darse por el efecto de la luz o por las condiciones en las que
estaba ubicado el cuadro. Esto, ya que el movimiento de los párpados de la
imagen no pudo producirse por circunstancias de ubicación, pues se repitió
varias veces, como lo prueba el que hayan podido observarlo. La imagen fue
calificada por este grupo como perfecta.
También un grupo de médicos analizó a cada uno de los testigos y concluyó que el citado hecho no fue efecto de una ilusión sensorial.
Después de todas estas indagaciones y procesos, la autoridad eclesiástica emitió su dictamen, el 31 de mayo de 1906, que en su parte esencial decía:
También un grupo de médicos analizó a cada uno de los testigos y concluyó que el citado hecho no fue efecto de una ilusión sensorial.
Después de todas estas indagaciones y procesos, la autoridad eclesiástica emitió su dictamen, el 31 de mayo de 1906, que en su parte esencial decía:
“1. El hecho,
verificado en el colegio de los jesuitas, está comprobado como materialmente
cierto.
2. Por las circunstancias en que acaeció, no puede explicarse por causas naturales.
3. Por los antecedentes y las consecuencias, no puede atribuirse a influjo diabólico.
En consecuencia, puede creérselo con fe puramente humana y, por lo mismo, puede prestarse a la imagen que lo ha ocasionado, el culto permitido por la Iglesia y acudir a ella con especial confianza”.
2. Por las circunstancias en que acaeció, no puede explicarse por causas naturales.
3. Por los antecedentes y las consecuencias, no puede atribuirse a influjo diabólico.
En consecuencia, puede creérselo con fe puramente humana y, por lo mismo, puede prestarse a la imagen que lo ha ocasionado, el culto permitido por la Iglesia y acudir a ella con especial confianza”.
Desde ese día en que
fue aprobada la verificación de aquel milagro el “Colegio San Gabriel” se lleno
de regocijo, tanta fue la alegría que las fiestas del colegio fueron puestas en
el mes de Abril, acogiendo a la virgen como el mayor símbolo de sacralidad y
amor del colegio
A
los pocos meses Quito se inundo de la noticia y la fueron a visitar y a rezar
convirtiéndose ya no solo en una tradición religiosa del colegio sino de la
capital
Luego el centro de la ciudad es acogido como el lugar a celebrarse la
procesión en honor a la virgen dolorosa, en la cual participan los estudiantes
del “Colegio San Gabriel” y demás fieles
Esta procesión es además donde concluye la novena de la Dolorosa del Colegio, la cual es encabezada por el Sr. Arzobispo de Quito, quien es acompañado por la comunidad de padres jesuitas, presidida ésta por su superior el Padre Federico Sanfeliú.
Desde el día 12 de abril se desarrolla la novena que comienza diariamente
a las 3:25 a.m. con la eucaristía para luego continuar con el Rosario de la
Aurora, a las 4:00 a.m, que se recita por las calles frías de Quito, que luego
es temperado por el fervor de las 15 cuadras de fieles.
La procesión termina con una
eucaristía en la atestada Catedral, que no siempre es capaz de recibir a todos
los fervorosos devotos de la Virgen. Y es así como esta tradición gabrielina
puede ser comprendida como la de mayor amplitud e importancia.
Procesión
de la Dolorosa
El 20 de abril
recordamos el Prodigio de nuestra Madre. Todos los gabrielinos con profundo
amor y respeto, reviven el significado de este evento crucial para el colegio y
la educación ecuatoriana.
Todos con el uniforme
de parada caminamos junto a la Madre, entonando viejos y nuevos cantos,
llevamos a nuestra Madre en los hombros (los de sexto curso) y en el corazón
(todos los demás), por diversas calles de la ciudad.
La influencia de la
Virgen también se la hace el 25 de abril, en la procesión realizada en el
Centro Histórico de Quito. Delegaciones de diversos colegios de la RED Jesuita
( Francisco Javier, San Felipe, Cristo Rey, Gonzaga), entre otros, participaron
de una multitudinaria peregrinación por las diversas calles de nuestro Quito
colonial.
El P. Rolando Calle,
Rector del Colegio, nos dice que con la procesión los gabrielinos pueden
detectar y confirmar la gran influencia de la Virgen, no solo en la educación,
si no en la sociedad “pues podemos ver cuántas personas llegan para
acompañarla, allí vemos cuán importante es para los quiteños y ecuatorianos”.